Recientemente se ha celebrado el día Internacional del Docente
y no he podido resistirme a la hora de escribir unas palabras sobre el tema.
Entendiendo la Docencia no sólo como la inculcación de unos determinados conocimientos,
sino también, como transmisión de una serie de valores y el intentar incentivar
al alumno hacia su futuro y progresivo interés por y para la ampliación de esos
conocimientos ya adquiridos.
Los resultados de las últimas estadísticas sobre el nivel cultural de
la población de edad media joven de nuestro país ya no son sólo pesimistas,
sino preocupantes. Desde reconocer un alto porcentaje de los encuestados que no
han leído más de un libro en su vida, o que creen que es el Sol el
que gira alrededor de la Luna, entre otros disparates, casi me remontaría
a los tiempos de la Edad Media, pero
creo que aún así exagero, ya que los pocos privilegiados que tenían derecho a
una educación correspondiente a esa época, seguramente no llegarían a presentar
la increíble cantidad de errores ortográficos que hoy en día con todos los
conocimientos accesibles a través de las diversas herramientas tanto de forma
tradicional como digital, presenta la mayoría de la población juvenil.
He de reconocer que escribo con un determinado conocimiento de
causa, ya que hace “algunos” años estudié Magisterio y todavía recuerdo como grabado en
sangre, la conferencia de bienvenida de una catedrática, cuya especialidad no
recuerdo en este momento, en la que pronunció las siguientes palabras:” Quién se haya presentado para cursar
esta carrera sin vocación para ejercerla, está ahora a tiempo para cambiar de
idea, ya que aunque no sea muy valorada, el grado de implicación es tan alto
que es una de las profesiones que presenta el más alto número de depresiones y
suicidios”. No hay que decir el silencio que se produjo en la sala.
Desafortunadamente, he de reconocer por experiencias personales que
efectivamente este dato es real.
Por regla general, el Docente o Maestro que conocemos de siempre, llega a
experimentar un grado de implicación tan alto con los alumnos a la hora de
lograr la exitosa transmisión de conocimientos, que puede llegar a crear un
alto nivel de frustración, cuando comprueba que no consigue los objetivos prefijados,
especialmente si las causas de ello se deben a factores externos a su
dedicación y profesionalidad, como puede ser apoyo de progenitores, organismos
oficiales, etc…
Dicha frustración no es generada únicamente por el sentimiento de
desaprovechamiento del esfuerzo tanto en tiempo como en trabajo empleado para
conseguir esos desafiantes objetivos, sino por el desasosiego producido al
pensar que el potencial conocimiento que el alumno puede desarrollar, sea
frenado por causas ajenas al docente.
Actualmente escuchamos anglicismos como “learning”, “teaching”, “coach”, etc, etc… lo que antes conocíamos
como “Didáctica”,
“Pedagogía”, “Psicología”… etc… en resumidas cuentas, más de lo mismo pero con otro nombre...
Y aunque tampoco podemos generalizar, seguramente por mucho avance
tecnológico que haya conseguido esta generación, los errores ortográficos, la
educación, y el respeto a determinados valores sociales, son bastantes
deficientes en comparación a cuando un Maestro o Profesor convocaba una tutoría con los Progenitores de un alumno y éstos
acudían.
Jamás osaría resumir en esta publicación todo el trabajo que implica el
logro de los objetivos que un Docente se plantea, tanto para adultos como
para nuestros pequeños, ya que este trabajo es muy intenso, aunque sé que
muchos no piensen de la misma manera. Pero me gustaría señalar unas pocas
premisas, según mi personal criterio:
1.- El objetivo esencial del Maestro no se basa únicamente en conseguir el
mayor número de “aprobados” en su materia, sino en conseguir a través de una
educación personalizada a cada alumno, la transmisión y “asimilación” de una
serie de conocimientos y valores por parte de los alumnos, para que éstos en un
futuro puedan llegar a desarrollarlos en una futura profesión y convivencia
social.
2.- La forma primordial para conseguir dicho objetivo, se centra como
antes mencionábamos en la enseñanza personalizada, con el fín de hacer lo más
atractiva posible la materia a instruir y de esa forma incentivar el progresivo
interés del alumno en su estudio.
3.- La satisfacción del Maestro no es primordialmente que se hable bien
de él posteriormente, sino que algún alumno le recuerde durante el paso del
tiempo, y si de alguna forma fuera posible, recibiera en algún momento algún
reconocimiento de su trabajo y esfuerzo, por parte de éste, aunque breve y
pequeño, haciéndole ver que su trabajo ha servido de algún provecho.
Y sólo por hacer un guiño a los “Maestros” que tuvimos, y que nunca deberíamos olvidar:
1.- No
es lo mismo “Vaca” que “Baca”.
2.- Que
la “H” existe, aunque sea muda.
3.- Cuando
echamos algo lo primero que se echa es la “H”.
4.- Que
“Ahí Hay un hombre que dice ¡¡Ay!! “.
5.- Y
que más española que la “Ñ” no hay nada.
6.-
Porque a la hora de escribir una Carta debemos
tener en cuenta la estructura del Texto.
7.- Recordemos
que “+ x + = +”, y que:”+ x - = -”, que es sagrado el “Cuadrado
del Binomio”, el
“Teorema de Pitágoras” y saber lo que es una “Raíz
Cuadrada”…
8.- Y
qué me dices del Canto de las Ballenas, de
cómo vuelan Las Águilas y de cómo sobreviven Los
Leones, y otros animales en la Sabana y tantas y tantas especies en tan variados hábitats.
9.- De
cómo respiran las plantas y cómo nos
proporcionan el aire para subsistir, a cambio
de casi nada.
10.- DE CÓMO EL HOMBRE PUEDE DESTRUIR TODO LO QUE TOCA, PORQUE SE
CREE EL REY DE LA MANADA…
Finalmente, he de diferenciar entre el término de “Maestro” “Profesor”
y “Docente”,
porque aunque estos términos, suelan confundirse pensando que tienen el mismo
significado, debo incidir en cierta diferencia basada en mi experiencia…
“ Recuerdo manifestaciones de hace unos años, reivindicando que la Docencia
no era equiparable entre Maestros, con estudios en Pedagogía y Psicología, y Profesores
Licenciados, en una materia
concreta, sin conocimientos para impartir dicho contenido, sin saber la forma
de ejercerlo. Hoy ya da igual… todo es equiparable, Maestro, Profesor, Docente… ya todo vale...
He de reconocer que en un momento dado, llegué a perder la Fe… y pensé
que la Humanidad llegó a un “Todo Vale”…
- Los Maestros/Profesores no
tienen ilusión, por lo que tampoco lo transmiten a los alumnos.
- Los Padres no apoyan a los
Maestros/Profesores y por tanto
ello, no repercute en el progreso de los hijos.
- El Ecosistema
no se sabe lo que es, ni para que sirve.
- La Educación
y el Respeto, sólo es un tema aburrido de los abuelos.
PERO
UN DÍA…
Mira tu por dónde… conocí a un niño…
un niño que desde la China
vino a buscarme como milagro
de un amigo, que a la China se quiso ir,
y no pudo
lograrlo…
Un niño
chino, que me hizo recordar días pasados,
perdidas ilusiones, y me
hizo reír tanto…
Un niño
chino, que desde tan lejos y tan de cerca, me hizo recordar
que el
precio del Maestro
es tan barato…
Porque la satisfacción de un Maestro no sólo consiste en el
deber cumplido como resultado,
sino sobre todo, sobre todo…
la alegría durante
el aprendizaje del alumno,
sea niño o sea adulto,
porque el incentivar el
interés por el aprendizaje, intensificará el desarrollo de su potencial
y conformará con el tiempo su personalidad.
Pero, como casi Maestra que soy, que quieres que te diga…
“Jamás cambiaré la sonrisa de un alumno,
por un sueldo “llámalo X…” pero
vamos...
ni de aquí ... a China…”
P.D.: a M. V., Docente, Maestro y Profesor,
que quiso ir a China,
y China
quiso que la conociera,
hasta el último rincón…