¿Cuántos enamorados han formulado alguna
vez esta promesa…? Cientos, miles…
Una promesa nebulosa, intangible, pero a
la vez representativa de una ilusión, del alcance y dimensión de un profundo
sentimiento.
Actualmente, la poesía y romanticismo
que dicha promesa demostraba, se está perdiendo ya que poco a poco y según las
últimas informaciones, los “terrestres”, estamos comprando “parcela a parcela”
todo el Universo.
Según parece, una española ha comprado
el Sol y actualmente se encuentra pleiteando sobre su derecho a la compraventa
de dicho “producto”.
La Luna la compró un americano y por lo
visto, la vende por parcelas, lo cual resulta muy práctico en el hipotético
caso de que por ventura o desventura, en un futuro a los habitantes de este
planeta llamado Tierra, se nos haga pequeño el territorio habitado o que por
otras circunstancias, se nos crea esta necesidad de traslado de residencia.
El negocio debe ser
fructífero, ya que entre los compradores de dichas parcelas de diversas
dimensiones, se encuentran tanto reconocidas empresas a nivel mundial, como
particulares, siendo éstos últimos poseedores de cantidades de dinero
“astronómicas” (nunca mejor dicho), y todos aprovechan esta oportunidad.
Por último nos quedan los Planetas y las
Estrellas, pero error… ya cada vez son menos los disponibles. ¿Qué por qué…?
Pues porque por lo visto se venden como rosquillas, siendo a su vez, sobre todo
las Estrellas, objeto de románticos regalos.
La verdad es que, estudiando el fenómeno,
hemos de reconocer que es una forma muy práctica de resolver un compromiso,
tanto para el “regalador” como para el “regalado”, porque el Sol, una parcela
de la Luna, un Planeta o una Estrella, no es algo que tengas que cambiar porque
no es tu color o tu talla, ni estorba o molesta a la vista de tu casa, ni otros
inconvenientes y es una opción muy cómoda para el “regalador” que no tiene que
darle vueltas a la cabeza para intentar acertar con el regalo adecuado para la
persona “regalada”.
¿Existirán temporadas de rebajas o
precios de liquidación…?
Hablando en serio, planteo una cuestión:
¿Hasta dónde llega el ser humano para determinar la franja que separa el
negocio del sentimiento...?
¿De verdad merece la pena pleitear sobre
el derecho de compra y propiedad de una Estrella Gigante como el Sol? Lo que me
lleva a preguntarme cuál es la finalidad u objeto de esa compra, porque como
negocio comparándolo con el de la Luna, lo veo con un incierto futuro, ya que el
“propietario” de la Luna, “parcela a parcela” obtiene beneficios de la
inversión, pues por lo visto existen compradores que creen que en un futuro
pueden utilizarla como residencia vacacional o definitiva…
El punto ácido de la cuestión se
presenta cuando nos planteamos la forma en que el ser humano valora, ya no sólo
una intangible (por el momento) propiedad, sino el emocional significado que
denota un regalo a una persona por la que se da por supuesto, existe un
profundo sentimiento.
Admitiendo que tiene su toque de
romanticismo, debo reconocer que no alcanzo a entender cómo es posible que en
estos tiempos que corren y en este siglo, se emplee tiempo y dinero en dirimir
judicialmente la inaprovechable propiedad de nuestra Estrella el Sol.
Únicamente se me ocurre como inversión para la futura posible venta de una
Fuente de Energía… ¿ parcelaria… ? Pero entonces… ¿la parcela no pagada o no
vendida, permanecerá apagada…?
Seamos realistas. Una cosa es tomarnos a
broma determinadas anécdotas o situaciones, pero cuando entra en juego el
erario público y en qué situaciones éste se emplea, la broma ya no es tal sino
más bien es “broma pesada”, pasando a considerarse como “tomadura de pelo” por
causar máxima indignación, cuando actualmente existen las perentorias
circunstancias económicas de la población a nivel nacional que nos preocupan
gravemente.
Me entristece y a la vez escandaliza, el
saber que existe un juzgado, letrados y correspondientes funcionarios que
emplean su tiempo de trabajo y nuestro dinero para ejecutar casos como el ya
anteriormente mencionado, pero el que existan personas que inviertan en
parcelas en la Luna, por un proyecto visionario llevado a la realidad a muy
largo plazo, en lugar de intentar solucionar los problemas que en su planeta
“La Tierra” se están produciendo día tras día, me parece definiéndolo muy, muy,
muy, suavemente… Surrealista.
Y finalmente me pregunto: ¿Qué podrán
regalar las futuras generaciones de enamorados cuando ya estén todas las
parcelas vendidas, así como todos los Planetas y las Estrellas?.
Sólo se me ocurre una alternativa en el caso de que la Ciencia no haya avanzado lo suficiente como para poder conquistar otros componentes de otras Galaxias, y son…
“Los Agujeros Negros”… esos grandes desconocidos…
Aunque no creo que llegue el caso…
¿Será
por Galaxias…? Y como último recurso, siempre nos quedará la opción de “los
bombones”, “las flores” o “un muñeco de peluche”, sin olvidar al tan deseado
“diamante”, como este:
P.D.: Personalmente, si no quedara
ninguna Estrella a la que mirándola pueda formular un deseo, me conformo con el
“Oso de Peluche”.
Vaya!, y quien tenía el título de propiedad de la luna, soles y demás estrellas para podev venderlos?
ResponderEliminarMe temo que yo como mucho me compraré el último cd de los Planetas. Al menos así tendré algo celeste y del cual nadie me pueda discutir la propiedad.
Estimada amiga, me temo que estos casos se asemejan a los de los antiguos colonos, quienes registraban como propiedad el primer terreno al que llegaban y se ajustaba a sus necesidades. Es decir, lo que hasta ahora conocíamos como "tierra de nadie ", ahora podemos equiparar ese término con los de:" Estrella de nadie", "Satélite de nadie", etc, etc....y comerciar con dichos productos.
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